En la segunda edición también participó, pero ya sin tan buena suerte, con Elohim y La ciudad encantada.
Casalino tiene un fiel estilo, que suele ahondar o bordear en la fantasía, con fuerte influencia de la animación. A este festival, llegaba con El Lobo Blanco, y con la fantástica Amat, pero la que más gustó al jurado fue la más cercana a sus obras anteriores:
EL LEÓN Y EL ÁGUILA
Con un estilo de animación clásico, esta historia cautivó al jurado por su grandeza e imaginativa. A medida que vamos leyéndola, podemos ver como Casalino tiene en su mente cada una de las piezas de su historia, perfectamente ensambladas, y lo que es mejor aún: sabe transmitirlas.
Es la obra nominada al gran premio que menos nominaciones tiene, pero ha conseguido hacerse con huecos en director, argumento y personaje secundaria (Emma Watson).
La belleza y magnificencia de esta historia me hace desear verla en pantalla grande. ¿Podrá ocurrir algún día?
Por ahora, solo nos quedamos con esa bella historia de amor, y con el recuerdo de esos grandes tres ratones.
Asmodeo muere dando un grito espantoso: El libro que tenía escondido dentro de sí cae al suelo, y la página en la cual el monstruo aparece representado comienza a borrarse y se rompe.
El sol comienza a brillar, y los animales a quienes Asmodeo les había quitado el alma resplandecen con un brillo extraño, comenzando a Ascender al Cielo
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